SENTIR LA IMAGEN
El faro
¿Es la esperanza un faro? ¿O quizá un hombro? Naves migratorias somos en busca de sol en donde todo el espacio e ilusión cabe en nuestras alas. A nuestros pies también viaja el mar, cuerpo que muerde y abraza, agua que tiembla, monólogo que todo el día aúlla. ¡Oh! el siempre mar!, tan amigo como traicionero. Primero es un zureo de palomas, acariciador juego de espuma y arena, olor a noches de luna, sabor a frutas de verano, agua que besa la roca. Hasta que el vuelo de una nube arrastra un viento duro. ¡Gran contraste! Y entonces, extiendes tu mano sobre la almohada. Palpas. Ya no está... A lo lejos, un barco que se alejó del puerto,
un caminante que dejó su casa y entre la niebla baraja su destino, la larga sombra del ciprés todavía lo acompaña. Enfrente tiene el mar, temblorosa telaraña esperando la presa, apedreando las rocas. Puño de gigante embravecido. Pero si había sol cuando salimos, lluvias de abril sobre los campos, un brillo cálido en los labios —te dices— El barco había salido alegre del muelle y la yedra sobre la fachada se ceñía de luz.
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Foto: PELAYO
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