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FLASH


En la pineda volaban los pájaros... Y te preguntas: ¿romperá sus cadenas?


¡Alerta! Rezos interminables, cartas que no llegan. ¿El viaje ha concluido?, ¿es el fin de un viaje?


El corazón se detiene ante el estruendo estrellado contra las rocas. Levantas la mirada llena de sal.


Cerca hay un Faro, torre encendida alzada sobre tormentas, vigilante, testigo de viajes siempre hacia uno mismo, espejo en la roca mojada, encantador de llantos. Se escucha el silbido de una sirena, es de otro barco en la niebla, distante. Gemidos de dolor, quizá tuyos, míos, gemidos de hoy: olvido, ausencias, desahucios, desamor. Y frente a ti, faro palacio de cristal, nos aupamos para verte. El corazón se clava en tu luz: Y te pedimos puentes, balcones, palabras, pan, ropa seca, alguien que nos declare su amor en la tormenta, un abrazo mientras golpeamos tu puerta y buscamos una cuerda que salga de tus ventanas que empuje tu luz para fuera… FARO,


luz que alumbra, mano que señala, esperanza en la niebla: Esta es mi débil cintura, ¡agárrame!


1 Justín del Barrio Adiós a Kodak


Kodak, la compañía estadounidense que tanto ha influido en la afición fotográfica de muchos fotógrafos del mundo —las cámaras de esta marca fueron un regalo muy socorrido para los niños y jóvenes por su precio asequible—, acaba de anun- ciar oficialmente que abandona el sector al que ha venido dedicándose desde el año 1.892. Acuciada por las deudas, Kodak abandona un mercado en el que lo ha sido todo, pero al que en los últimos años, con el paso de la fotografía analógica a la digital, le ha perdido el pulso y no


ha sido capaz de adaptarse a las últimas exigencias tecnológicas, mientras otras marcas han ido poco a poco arrebatándole cuotas de ventas y desa- rrollo que no ha sabido mantener. A partir de ahora, según comunicado de la propia empresa, se dedica- rá al negocio de la impresión.


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Vaivén de la memoria La memoria tiene sus pro-


pias leyes, a veces caprichosas. De momento, sin saber por qué, recordamos algo que había per- manecido dormido en algún rincón ignoto durante mucho tiempo. Otras veces, queriendo recordar algo necesario o ur- gente, se nos cierran todas las compuertas y es el olvido el que toma protagonismo frente a la necesidad. Hoy,


sin embargo, me ha


ocurrido lo primero. Me he aso- mado a la ventana para ver el tiempo y calibrar las posibili- dades de un desplazamiento a pesar del temporal y, como lo que veía no aclaraba mis dudas, he hecho una llamada de telé- fono: al otro lado me dicen que sigue nevando, que lo ha hecho toda la noche y que está todo cubierto de nieve y la carretera para pocas bromas. Así que he dado media vuelta, envuelto en un escalofrío, he apretado los dientes y he subido un par de grados la calefacción. Pero la memoria, tan capri-


chosa, en vez de devolverme imágenes de paisajes nevados, esos rincones habituales em- bellecidos por la blancura de la nieve, me trae sin embargo imágenes de primavera: las flo- res rompiendo en los prados y, sobre todo, cabalgando las ramas de los árboles. Como si quisiera aislarme de la realidad; como si en su propio vaivén quisiera adelantarse al tiempo y llevarme a la primavera, que se anuncia ya perezosamente, a pesar de la nieve. O precisa- mente por ella.


F.T.


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