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Hay quien cede el mando a sus posesiones materiales, el dinero que cobran o el cargo que figura en su tarjeta. Y claro, bastará que llegue otra persona con más dinero, rango o nivel económico para que se sientan humi- llados o impotentes, y comiencen a consi- derar a los demás –y a ellos mismos- por lo que tienen en lugar de valorarlos por lo que son. Piensa por un momento en los adoles- centes. ¿Quién maneja su mando? Pues con frecuencia es su grupo o pandilla, y harán todo lo que esté en su mano para que dicho grupo no les retire su apoyo. De ahí vienen los graffiti, las apuestas tontas, los expe- rimentos alocados, las modas transgreso- ras… Los especialistas en marketing juvenil conocen muy bien estos mecanismos, y aprovechan los medios de comunicación y las campañas virales para convertir sus productos en símbolos tribales, en ritos de autoafirmación y distintivos de pertenencia al grupo.


Si piensas que tu propio mando no está en tu poder, si en algún momento te has visto reflejado en alguna de las metáforas que he utilizado anteriormente, es posible que ten- gas un pequeño -o no tan pequeño- déficit de autoestima. Hay un truco muy sencillo para comprobarlo, y es responder con since- ridad a estas preguntas:


¡Queremos saber tu opinión! Abrimos un buzón de sugerencias.


-¿La opinión que tienes de ti mismo, perso- nal o profesionalmente, es por sistema más baja que la que tienen de ti las personas que te rodean?


-¿Sueles hacer auto descalificaciones cuan- do piensas en ti mismo? -¿Tiendes a cuidar las necesidades o deseos de los demás y te quedas con la sensación de que su satisfacción es “a tu costa” ? -¿Evitas la confrontación con otras perso- nas, aún a sabiendas de que tienes razón, e incluso de que están pisando tus derechos?


Es posible que te identifiques con estas situaciones, y en ese caso ya sabes lo frus- trante, lo esclavizador que es tener baja la autoestima, porque probablemente te sien- tas así en algunos momentos de tu vida. En ese caso, es para mí un placer comunicarte que tu problema tiene solución. Sin ningún género de dudas, por imposible que pueda parecerte en este instante.


En futuros artículos compartiré contigo algunas herramientas que pueden ayudarte a dimensionar tu situación, tomar perspec- tiva y diseñar los próximos pasos. Por el momento, te propongo simplemente que descubras si eres el dueño de tu mando, y si no es así, te preguntes honradamente si estás dispuesto a trabajar para recuperarlo.


¡¡Contáctanos!!


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