Tanto si llueve, como si es de noche o nieva, Jacrot toma su cáma- ra y sale a la caza de la imagen, como un lobo en busca de su presa. No le importa mojarse, tiritar de frío, sentir las ráfagas del viento revoloteando su abrigo y surcando la agredida piel.
clima en las ciudades y su gente, pero también se funde en nuevos proyec- tos sobre los efectos de la soledad, la luz y la oscuridad en las grandes urbes, tomando sus rincones como pequeños mundos donde ocurren cosas o desparecen las mismas. Per- sonalmente me fascinan sus fotogra- fías bajo la lluvia y la nieve, esa dura y bucólica presión que al mismo tiem- po se yuxtaponen con el ambiente donde se precipita. Las sensaciones que despierta son infinitas. El agua lluviosa que se derrama por las ven- tanas de un autobús enfriando el rostro de quien contempla la vida a través de ellas. O la cortina de lluvia que cae flechada sobre los pavimen- tos mojados, dando ese brillo ideal que surge bajo la delicada superficie de luz, donde los colores y reflejos ur- banos se abren hacia nuevos mundos de sensaciones perdidas. O el zapato sensual de una mujer elegante que clava su tacón en el charco callejero explosionando diversas chispas lí- quidas hacia extremos indefinidos. O simplemente el paso veloz de un transeúnte que huye del diluvio para encontrar ese punto de protección escondido en la ciudad, donde el paraguas de color se abre y cami-
na como un planeta errante en el universo decadente de las calles sin nombre. Sin duda Charles Baudelaire de-
dicó muchos de sus poemas en prosa a esos momentos fugaces que ocu- rren y desaparecen al instante y que forman parte de la vida de sus habi- tantes. Jacrot por su parte, presenta estos poemas como obra sinfónica de corte impresionista, tejiendo una visión intimista de su concepción de la ciudad y de los elementos exter- nos que confluyen en ella, logrando así una colección final de fotografías asombrosas. Esta resume una arqui- tectura de pura belleza creativa que convierte la inclemencia climática en un mensajero infinito de sensaciones múltiples e irrepetibles. Ambientes diáfanos, flotación inerte, evanes- cencias vaporosas, fragilidad cristali- na, es la oscura y brillante tormenta recorriendo el alma de la urbe, un drama surrealista que se transfor- man en un océano de húmedos fan- tasmas callejeros. Son los mundos líquidos de Christophe Jacrot, los uni- versos cromáticos del arte de la luz.
Carlos Flaqué Monllonch Luz y Tinta - 41
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