esta última la abraza también por el este con Huesca. Alava y Guipúzcoa lindan con ella por el oeste. El viaje por carretera desde el
norte de España se hace muy bien y rápido, se viene en Autopista desde Asturias cruzando el País Vasco; en- tre Oviedo y Pamplona hay unos 430 kilómetros. Luego a la Selva de Irati desde Pamplona quedan aproxima- damente unos 70 kilómetros según la ruta que se elija. En nuestro caso hicimos noche en Pamplona ya que salimos entrada la tarde de Asturias, y al día siguiente cogimos la nueva autovía del pirineo (A21) y en poco más de veinte minutos nos salimos en Lumbier, pues era una de las visi- tas que teníamos programadas. Se trataba de hacer un recorrido por un sendero que asciende al cor- dal montañoso que separa las cuen- cas de Lumbier y Liédena casi siem- pre a orillas del río Irati, junto al que se ensalza la famosa “Foz de Lum- bier” tallada por el rio en roca caliza. Al comienzo de la ruta existe un
área de interpretación de la zona donde se puede dejar el coche, allí mismo comienza el senderismo has- ta alcanzar el trazado del antiguo tren de Irati, siempre a orillas del río. Creo que fueron dos los grandes túneles que atraviesan las enormes montañas de roca, y que tuvimos que pasar, forma parte de la ruta, para ello es necesario llevar una lin- terna ya que se tarda en ver la luz al final. Nosotros caminamos hasta el Puente del Diablo, que se encuentra derruído, y durante el recorrido pu- dimos disfrutar de sus rojos y roco- sos acantilados entre su vegetación verde, y tuvimos la suerte de con- templar una gran colonia de buitres leonados. Esta ruta de senderismo es muy recomendable cuando se va a la Selva de Irati con tiempo. Desde Lumbier seguimos por la
Na 178 hasta Ezcaroz, nuestro lugar de alojamiento y de punto de partida para conocer la zona en los siguien- tes días. A menos de dos kilómetros se
encuentra otro hermoso pueblo de montaña, Ochagavía. Una vez en
12 - Luz y Tinta
Ochagavía visita obligada, se toma la A2012 para ascender al puerto de Tapla y ya por fin nos adentramos en la Selva de Irati. Toda Navarra está llena de con-
trastes y esplendores entre los Piri- neos y el Ebro. Verde y húmeda en los valles pi-
renaicos; abierta y cálida en la llanu- ras de la Ribera, la identidad nava- rra está marcada por su diversidad geográfica y climática. A ella le debe la contrastada personalidad de sus gentes y la riqueza de unas tradicio- nes milenarias. Castillos y casas fortificadas mo- tean el territorio, y dan noticia del
pasado regio y guerrero de Navarra, tierra celosa de su privacidad y, di- gamos de su independencia natural, que no necesita de papeles pero si de respeto. Del mismo modo, por todos los
caminos y lugares te encontrarás con templos, ermitas, abadías y monas- terios, que nos hablan de la religiosi- dad de su pueblo, que abrió una ruta al Camino de Santiago por Ronces- valles. Miremos por donde miremos al margen de los hermosos hayedos de sus bosques cambiando de color, veremos una Navarra con mucha historia propia detrás y con mucha y mucha tradición y tradiciones,; una
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