¡Qué rollo memorizar!...
aprenderás porque para ti hay una mayor re- compensa, o necesidad, que la incomodidad que supone su aprendizaje. Un ejemplo de esto podría ser obtener un master muy exigente y prestigioso de un año mientras trabajas, y que al terminar te abrirá nuevas oportunidades. Para ti en ese caso el beneficio supera el esfuerzo. El trabajo, las noches sin dormir y los fines de semana sin copas, son soportables y necesarios para lle- gar al objetivo de una mejor perspectiva de vida.
Si bien en el caso anterior la motivación te lleva al objetivo, la única función que cum- ple la motivación es mantener el deseo de ter- minar el master y obtener su beneficio. Sin embargo este interés no ayuda a mejorar la memorización. Esto quiere decir que la mo- tivación es útil en el acto de memorizar, si el objetivo es por la tarea en sí, y no por conse- cución de la misma. O lo que sería lo mismo; “Te interesa más el presente que el futuro.”
¿Qué demuestra esto? Que la memoria está muy ligada a vivir el presente y ha disfru- tar del momento. Esto hace que todos los recuerdos se peguen a nosotros sin el menor esfuerzo. Además nos encontramos con que las claves con las que el cerebro guardará la información serán múltiples. El cerebro re- gistrará con varias a la vez lo que vives, so- nidos, movimientos, los gestos, conceptos, emociones y anécdotas, todas llevarán simul- táneamente al mismo recuerdo. Con lo que será tremendamente sencillo recordar cual- quier cosa sucedida en ese contexto.
Por tanto, quizá no será tan importante el acto consciente de memorizar como el facilitar al
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cerebro suficientes y profundos anclajes para buscar la información. A mi parecer lo importante es proporcionar los suficientes estímulos de distintos tipos para que la mis- ma información quede asociada a distintas, llamémosle boyas, desde las que poder sa- car de las profundidades con toda facilidad cualquier tipo de información almacenada en nuestro gran disco duro. Esto desde luego no se consigue en un am- biente monótono y repetitivo. En ese ambien- te apenas hay estímulos diferenciados a los que anclar la información. Es como si pasea- ras por primera vez por un barrio con calles y casas iguales, la única manera de orientarte es buscando diferencias importantes para mar- car puntos de orientación. Si no eres capaz de encontrar esas diferencias te perderás y solo después de dar muchas vueltas volverás a orientarte.
¿Qué supone para el cerebro no encontrar su- ficientes diferencias significativas? Más re- peticiones para obtener el mismo resultado, aumentando tanto el tiempo como el esfuerzo para memorizar.
Si nos paramos un momento a pensar ¿qué hace que los niños aprendan tan rápido? ¿Qué les damos y reciben constantemente? Les damos cosas nuevas, les damos dife- rencias, cambios, emociones y juego. Cuan- do dejamos de hacerlo el niño se aburre y deja de aprender.
Cuando escuchamos el eslogan “¡Marca la diferencia!” en el fondo ¿que te están dicien- do?...
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