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El tiempo – más concretamente su falta – te sirve para justificar lo que no has logrado (“no he tenido tiempo”). También los com- promisos que no te atreves a establecer (“si tuviera tiempo lo haría”), o lo que no vas a hacer (“no tendré tiempo”). Observa, ade- más, que empleas el verbo tener, que denota posesión. Estás convencido de que, realmen- te, posees el tiempo y que, por tanto, puedes gestionarlo, es decir, gastarlo o aprovecharlo.


Y sin embargo no deja de ser un autoengaño, porque lo que ciertamente sucede es que el tiempo pasa invariablemente, sin que puedas hacer nada.


A veces te confunde la diferente perspectiva del tiempo objetivo (kronos) y el subjetivo (kairos), que te hace sentir que a veces avan- za muy despacio y otras demasiado deprisa. Y, entonces, te sorprendes y preguntas por qué tu productividad es en ocasiones tan baja o elevada.


Si el tiempo no es el elemento referencia- dor principal de la productividad ¿cuál lo es entonces?


Los procesos de coaching y talleres que desa- rrollo no podían ser una excepción. En ellos aparecen, siempre, las explicaciones a la fal- ta de tiempo como la causa principal de que


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