Cartel Sonoro
EL ARTE DEL
EXCESO
Conoció la cumbia en su infancia de la mano de una
joven mucama, pero antes de dedicarse de lleno a la
música se sumergió en el cine y en las artes plásticas.
A finales del 2008 pasó por Bogotá, casi desapercibido,
desafortunadamente, Dick El Demasiado.
Por Andrés Castañeda
androsd@gmail.com
E
ste rubio con algunas canas que buscar sinónimos entre la sofisticación an-
ya le asoman, de macizas pro- glo-europea contagia a las masas latinas.
porciones y altura respetable, Todo ello hecho a través de unos aparatos
de mirada cansada pero alegre, electrónicos en los que se insufla alma y
ya pasado del quinto piso, acostumbra humor, eso que Dick llama “mandarte elec-
vestir camisas negras pintadas a modo tricidad con ganitas por los cables”.
de esqueleto o blancas plagadas de claras Semejante performance musical
de huevo. Es holandés, aunque su incon- sólo podría haber sido posible en el Fes-
fundible acento argentino diga otra cosa. ticumex (Festival de Cumbias Experi-
Aseguran algunos que se parece mucho mentales), una idea surgida en la cabeza
al rockero Luca Prodan, otros han com- de Dick El Demasiado, quien define este
parado su música con grupos tan raros experimento itinerante, organizado en las
como The Residents o Captain Beefheart. periferias de la cultura dominante, como
Su bizarrismo experimental lo hace pare- un festival que no es propiamente un festi-
cer un Frankenstein musical. val. El Festicumex se realizó en diciembre
Un extraño ritmo tropical com- pasado en Bogotá, en una nueva galería
puesto de beats electrónicos retumba en ubicada en el barrio Teusaquillo: se llama
toda la sala. Al mando está el humilde pero La Residencia y cuenta con la curaduría de
exagerado Dick, quien distorsiona electró- la artista costeña María Isabel Rueda. Allí
nicamente su voz al tiempo que canta una residió durante un mes Dick El Demasia-
serie de poéticas frases acompañadas de do, inmerso en un proceso creativo en el
voces grabadas, repeticiones exhaustivas, que compartió ideas con artistas locales
programaciones calculadas e inesperadas y expuso una serie de sus cuadros tejidos.
improvisaciones. Lo acompaña una gui- Benedictus Verdult, su nombre
tarra eléctrica y una proyección al fondo de pila, nunca se ha quedado quieto. Ar-
de Doctor, me duele acá, en la cultura, una tista plástico, cineasta, escritor y músico,
película que según sus creadores “... pue- Dick describe su juventud como una ensa-
de que sea insoportable”. Sólo le hace falta lada de frutas: ha vivido en más de 7 paí-
un cencerro pegador para completar un ses desde que nació. “He completado unos
coctel electrónico llamado Cumbias expe- 380 mil kilómetros de viajes”, dice. La dis-
rimentales, que bebe en las raíces de la po- tancia entre la luna y la tierra. Este “inmi-
pular cumbia villera argentina, una músi- grante retornado pero sin patria”, como lo
ca a partir de la cual creó un género que le describió un periodista argentino, vivió
sirvió de sombrilla, donde la experimenta- en Paris en el 68 y participó en la primera
ción con los sonidos electrónicos dio como exposición de videoarte en Europa en los
resultado las Cumbias lunáticas. La suya 70. Inició su carrera en el cine grabando
es una apuesta musical que sin pretender en Súper 8 a grupos como The Ramones,
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