RESUMEN
El número de especies animales continúa reduciéndose como resultado de la pérdida o división de sus hábitats, de la caza indiscriminada y captura ilegal, de la contaminación ambiental, el cambio climático y la proliferación de especies invasoras. Algunos modelos predicen que la cantidad media de especies animales y vegetales disminuirá globalmente de 0,7 en 2010 a 0,63 para 2050 (considerando que el valor natural primigenio es de 1,0). Esta disminución equivale, comparativamente, a la desaparición de toda especie silvestre vegetal y animal en una extensión igual a la superficie de Estados Unidos, Canadá o China, respectivamente.
Las especies migratorias son particularmente vulnerables dado que sus hábitats forman parte a su vez de redes ecológicas ma- yores en todo el planeta. Estas especies dependen por completo de la posibilidad de moverse libremente a través de ecosistemas que funcionen a lo largo de sus rutas migratorias para abas- tecerse, aparearse, descansar y continuar el viaje. Del mismo modo en que nuestros modernos sistemas de transporte por aeropuertos, puertos y carreteras no podrían existir de no me- diar acuerdos internacionales o la posibilidad de abastecerse de combustible en diferentes países, estas especies tampoco pueden subsistir si no cuentan con áreas clave donde puedan alimentarse o detenerse a lo largo del viaje. El comprender la necesidad de estas redes ecológicas como un sistema de ele- mentos conectados a través del paisaje, y la colaboración in- ternacional para preservarlos son factores esenciales para la supervivencia futura de las especies migratorias.
El más mínimo cambio en una parte de sus recorridos migra- torios básicos puede poner en peligro a toda la especie, ya que con esto pueden perder su capacidad de migrar, abastecerse, descansar o reproducirse. El éxito en la gestión de las especies migratorias en todo su conjunto dependerá de una cadena es- pecial de colaboración internacional.
Además, dado que estos animales se concentran en forma pe- riódica en “focos”, se vuelven sensiblemente vulnerables a la sobreexplotación. Muchas especies migratorias han sufrido ba- jas considerables en las últimas décadas, principalmente como consecuencia de la captura ilegal y la caza indiscriminada. El número de diversas especies de ungulados, tales como elefan- tes, ñus, rinocerontes, guanacos, antílopes tibetanos y saigas ha disminuido entre un 35 y un 90 por ciento en las últimas déca-
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das. Aunque las campañas contra la captura ilegal redujeron en parte la caza indiscriminada en África entre fines de los años ochenta y los noventa, este problema ha resurgido y continúa, tanto en animales terrestres como acuáticos. Esto sucede por ejemplo con los tiburones migratorios que son capturados en número excesivo por flotas de pesca en todo el globo.
Un tema de especial preocupación es el de la expansión de la agricultura, infraestructuras e industrias establecidas en mu- chas de las rutas migratorias principales. Estas barreras a la migración están produciendo efectos catastróficos, no sólo en animales migratorios de tierra sino también, cada vez en mayor medida, a especies en el aire y el mar, con demandas cada vez mayores de energía y otros recursos. Estos desarrollos han cau- sado un impacto devastador en el este y el sur de África, donde decenas de miles de ñus y cebras murieron de sed al obstruirles sus rutas migratorias con cercos.
En 2010, se propuso trazar una autopista a través de la pradera de pasturas de Serengueti, el ecosistema más diverso que queda tras la extinción masiva ocurrida a fines del pleistoceno. La obra se encuentra hoy suspendida; continuarla habría causado una disminución importante en la población de 15 millones de ñus migratorios. Se estimaron potenciales pérdidas de entre 300.000 y un millón de ejemplares con sus consecuentes efectos en todo el ecosistema, inclusive en otros animales herbívoros, grandes felinos y la vegetación de la que dependen todos ellos.
Existen otros importantes proyectos de infraestructura tales como la vía férrea Qinghai-tibetana, la autopista Golmud-Lhasa y la red ferroviaria Ulaanbaatar-Beijing y cercos veterinarios en el sur y el este de África bloqueando las rutas migratorias de ñus y cebras.
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