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Los efectos de la construcción de carreteras, la expansión de la agricultura y la ganadería, así como del aumento de la caza ilegal se pueden observar también en América del Sur, como en el caso de los camélidos silvestres de la estepa, los desiertos y las estribaciones andinas de Argentina y Chile. Los guanacos (Lama guanicoe) y las vicuñas (Vicugna vicugna) han perdido el 40–75 % de sus variedades, y su número ha disminuido pro- bablemente en al menos un 90 % durante los últimos siglos (Cajal, 1991; Franklin et al., 1997). Sólo una fracción, probable- mente menos del 3 % de los guanacos y un 34 % de las vicuñas se encuentran en áreas protegidas (Donadio y Buskirk, 2006). Además, estas especies suelen evitar las zonas de expansión ganadera y han quedado muy expuestas a la caza ilegal.


Mientras las carreteras o los ferrocarriles rara vez crean blo- queos físicos totales, existen abundantes datos y documenta- ción de que tales infraestructuras frenan, retrasan o reducen sustancialmente la frecuencia de los vados, aumentan el riesgo de depredación o de caza ilegal, favorecen la expansión de la agricultura a lo largo de los corredores de carreteras y, conse-


cuentemente, determinan la pérdida de hábitat y la consiguien- te disminución de las poblaciones migratorias a lo largo del tiempo (PNUMA, 2001;. Bolger et al., 2008; Vistnes y Nelle- mann, 2009), lo cual repercute en todas las redes ecológicas, que comprenden diversas especies.


También en este caso, es sumamente importante la colaboración internacional para la aplicación de las normas y la eliminación de barreras. De hecho, las migraciones y los hábitat pueden in- cluso restablecerse si se eliminan las barreras a las migraciones, tales como vallas o infraestructuras (Bartlam-Brooks, 2011). Esta labor prevé incluso la eliminación de caminos o carreteras, o vi- viendas (Nellemann et al., 2010). Un estudio realizado en el nor- te de Botswana reveló que una valla construida en 1968 se había mantenido en pie hasta 2004 y de hecho había obstaculizado la migración de la cebra común (Equus burchelli antiquorum) en- tre el Delta del Okavango y los pastizales de Makgadikgadi (una distancia de ida y vuelta de 588 km) y que tan sólo después de cuatro años, algunas cebras habían logrado restablecer esta ruta de migración (Bartlam-Brooks, 2011).


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