LUZ Y TINTA
Entre dos ambulancias
Hace más de cuarenta que le pide a diario la bicicleta a su hermana. Es italiana, original según me cuenta. Don Salva- dor es bueno para caminar (y para hablar) pero le encanta montar en bicicleta. Mientras hablamos, tengo la sensación de haber ob-
tenido otra imagen más, de esas que simplemente… me gustan. Además de incorporar al personaje a un proyecto personal que llamo “haciendo amigos”.
Razón tercera Regreso a la sala de espera y veo que el resultado del
electro recomienda reposo. Cinco días aconsejan. Difícil pero no imposible, pienso. Regresamos a casa y lo hacemos a pie por la orilla del estero para acortar camino. Justo antes de cruzarlo por la vieja pasarela de madera a modo de puente, veo a un jardinero, que llega con su bicicleta. Carga su pesada máquina manual de cortar el césped a un lado de la misma. Parte de sus herramientas están dentro de su mochila. Se detiene y acelero el paso. Intuyo alguna imagen diferente y veo que deja su cortadora de pasto en el suelo, y se acerca hasta el cauce del estero y empieza a lavarse las manos. Comentamos lo fresca que está el agua mientras le hago un par de fotografías. La primera me sirve para ilustrar esta tercera razón por la cual uno nunca debe dejarse la cámara en la casa.
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