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Acuarelas de Brasil Me imagino cómo se sintió Hiram Binham cuando al-


canzó la cima de una ladera escarpada en los Andes pe- ruanos el 24 de Julio de 1911 y descubrió el Machu Pichu, la ciudad perdida de los Incas. La reclamó para él y para la posteridad. Quienes pisamos el lugar posteriormente creo sentimos una emoción difícil de describir con pala- bras, yo no la reclamaría para mi aunque fuera el primer occidental en descubrirla, me basta como regalo para mis ojos y mis emociones. Quienes vivían en aquellos lugares conocían sin duda el asentamiento, pero optaron por te- nerlo en el aislamiento, está claro que el lugar no tenía el mismo significado para las gentes de la zona que para aquel estadounidense, con sus ambiciones, sus contactos y su cámara, para darla a conocer al mundo desarrollado Las mismas sensaciones recorrieron todo mi cuerpo cuando pisé la mayor tierra virgen, la mayor selva y el ma- yor depósito de la biodiversidad del mundo, creo que ya sabréis a qué tierra me estoy refiriendo, la tierra virgen de los sofisticados, donde las maravillas abundan por do- quier y la naturaleza pinta más tonos de verde de los que


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uno creería posibles. Las personas, las culturas y la fauna de la Amazonía son únicas, pero no están aisladas. Aun siendo remotas e inaccesibles como cualquier parte de la Amazonía son muchas las personas que han conseguido llamar la atención del mundo sobre ellas. Como resulta- do, científicos, investigadores, funcionarios de los dife- rentes gobiernos brasileños, amantes de la naturaleza o la aventura, empresarios de Sudamérica y del resto del mundo han venido a tomar parte de lo que sucede aquí, evidentemente cada uno por motivos muy diferentes. También lo han hecho los indígenas de la selva tropi- cal, cuyas vidas y culturas dependen de ella. Los expertos creen que hay personas que habitan en la profundidades de la jungla amazónica y nunca han tenido contacto con forasteros. Perú, Brasil y otras naciones han designado algunas zonas como territorio de determinadas tribus. Pero lo dramático es que estas regiones se encuen- tran sometidas al egoísmo y a la especulación lucrativa de las grandes compañías y monopolios que han entrado


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