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Pero en la otra —¡ay qué pena!—


corté a los muchachos por la mitad; así que nada que hacer. (Foto 2) Pero entonces, tonteando con la


imagen, “apareció” algo que, a mi manera de ver, la convertía en una foto diferente. Me gustaba, me pare- cía como si hubiera aplicado un efec- to o plug-in especial, y sin embargo a la foto no le había hecho nada. No lo recuerdo, pero casi juraría que ni siquiera le había aumentado el con- traste como suelo hacer casi siem- pre.


Simplemente le había dado la Foto 1


vuelta, la había llevado a “las antí- podas”, y la toma mala, la cortada, la que se podría haber tirado a la pa- pelera del ordenador se convirtió en


T


onteando con la imagen, “apareció” algo que, a mi manera de ver, la convertía en una foto diferente. Me gustaba, me parecía como si hubiera aplicado un efecto o plug-in especial, y sin embargo a la foto no le había hecho nada.


una foto que fue destacada en Mol- deando la Luz. Por eso, como muchas más cosas


en la vida, las apariencias engañan, nunca podemos tirar impulsivamen- te las cosas a la basura por creer que no valen para nada. Muchas veces personas, creencias, opiniones, cul- turas, etc., que a primera vista no merecen nada más que ser arrojadas a la basura, si miramos bien, si les damos la vuelta, si somos capaces de superar nuestros prejuicios, nos muestran algo bello, algo útil, algo que nos hace ver la vida con más luz, con más provecho, con más amor.


Foto 2 19 2Javier Madroñero


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