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... ¡Ejecución, ejecución, ejecución!


Lo primero que necesitas para conseguir algo es tomar consciencia de lo que quieres. Cuando aceptes que Ejecución (en los tér- minos definidos anteriormente) es una ha- bilidad nuclear para tu desempeño y para tu productividad personal, es decir, para los resultados que te has comprometido a en- tregar, entonces te plantearás la necesidad de desarrollarla. Y eso significa conocer el nivel actual y el deseado. Cuando conoces la brecha ya estás preparado para hacer algo al respecto.


Al explorar y reflexionar sobre tu nivel ac- tual de Ejecución te das cuenta de que éste se ve impactado por experiencias o actitudes poco efectivas. Veamos un par de ejemplos frecuentes:


“He desarrollado, inconscientemente, el há- bito de realizar un gran número de acciones que aportan poco valor”.


La explicación (excusa) es que como tengo que hacer tantísimas cosas y no tengo tiem- po para todas me dedico a realizar el mayor número de ellas. Observa como esta actitud es congruente con una mentalidad orientada a la Actividad. Mides tus resultados, princi- palmente, por el número de acciones reali- zadas y por tu dedicación de tiempo (“no he parado en todo el día”, “he salido a las tantas”, “aquí estoy el fin de semana quitán- dome correo-e de encima”… ).


Operas en modo reactivo: reaccionas ante las emergencias que aparecen en tu radar y, la consecuencia (inevitable) es que procras- tinas las acciones precisas, las que aportan más valor, que quedan para el final de la


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jornada en el mejor de los casos o para un “mañana impreciso” en muchas más ocasio- nes.


La percepción de impotencia o imposibili- dad de elección, asociada al “tengo que” que (siempre) acompaña a las acciones de poco valor que realizas, funciona como eximen- te de tu responsabilidad. Aunque te sientes agobiado, superado o, incluso, estresado por tu descontrol sobre los acontecimientos (lo que añade sufrimiento y éste retroalimenta el círculo vicioso de baja productividad), te


LOS MIEDOS TIENEN QUE VER CON


INSEGURIDA- DES Y ESTAS CON LA


FALTA DE CONFIANZA EN UNO MISMO


refugias en una posición de “victima” del mundo (tal vez tu jefe, tu empresa, la com- petencia, la crisis… ).


Sin duda es un refugio, porque te protege de la inclemencia inmediata de esos agentes tan “poderosos”. Pero, en el fondo, es un refugio sufriente, porque en tus momentos de lucidez eres consciente de tu “debilidad”, que no es más que tu falta de “respons(h) abilidad”, entendida como habilidad para responder a las situaciones que se presentan delante de ti.


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