ESCRIBIR CON LA LUZ
El día 6 de Enero de cada
año se celebra la festividad de los Reyes Magos. Es uno de los días más esperados por los niños en España, al igual que en muchos países de América Latina. Es la fe- cha elegida para que sus ma- jestades hagan la entrega de los regalos a los niños. Todo es ilusionante y mágico en los días previos a la festividad: la carta con las peticiones, la noche de la víspera con la Cabalgata y los nervios...; y en la mañana siguiente, las sorpresas, los regalos y un mensaje de decepción para quienes se han portado mal que sólo reciben carbón.
Niños marroquíes Los niños del mundo
EL 24 de Noviembre de 1997 publi- caba en la Comunidad de El País, en mi blog “La aventura puede ser loca, pero el aventurero tiene que estar cuerdo”, la primera entrega de mi se- rie de Los niños del mundo. Me habían conmovido profunda- mente las palabras de la niña boli- viana de trece años Gabriela Azur- dy, quien con una voz dulce, firme y serena hacía un llamamiento en nombre de todos los niños del mun- do, ante la sede de la ONU, frente a setenta jefes de Estado y cientos de ministros de 189 paises. Gabriela les dijo: “Somos victimas de la explota-
ción y abusos de todo tipo, somos los niños de la calle, somos los niños de las guerras, somos los huérfanos del SIDA, somos las víctimas y nuestras voces no se oyen. Es necesario que todo se acabe. Queremos un mundo adecuado a las necesidades de los niños y niñas…”
El día de Navidad subí a nuestra
red social de fotografía una foto de un niño desnutrido sacado por su madre de un hospital y la titulé “Feliz navidad o carta a los Reyes Magos”. Como todas las fotos de este tipo, detrás de ellas se esconde alguna historia, ese día no quise extenderme
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más, tampoco se trataba de un post, era una foto, y como tal, ella debería de hablar por si misma; no obstante, hice aquellas puntualizaciones pues pensé que eran necesarias dada la fecha tan señalada. Lo que no dije y digo ahora es que detrás de ella se escondía un terrible y doble drama que afecta a muchos niños del mundo, pues por si no fuera poco, su desgracia se ahonda más en ella, se la enquista hasta límites insos- pechados con tal de sacar provecho de su desgracia.
Cuando le vi en aquella lamentable situación, le pedí permiso a la seño-
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