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culares visiones de universos, todos ellos con sus significados, símbolos y misterios individuales. Sin embargo, dentro de esta gigantesca vorágine de tendencias cosmogónicas, hay artistas que se mantienen fieles a lo anterior, al elaborado proceso de las técnicas manuales que, sin despreciar la capacidad de lo digitalmente téc- nico, prefieren ensamblar todas sus imágenes en la penumbra del cuarto oscuro tradicional usando técnicas de enmascaramiento que ellos mismos han desarrollado y perfeccionado se- gún las tendencias y necesidades del artista, generando todo un vórtice de etapas complejas que requieren una completa dedicación y concentración de alto rango profesional.


Partiendo de estos principios, cabe destacar a Misha Gordin (1945),


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un artista obsesionado con un estilo capaz de generar desarrollos crea- tivos que terminan por asentar una escuela propia. Misha Gordin (1946) es un artista ruso que transforma el talento personal en una significativa obra de arte. Sus complejos traba- jos, elaborados todos ellos en blanco y negro, se recrean bajo una densa atmósfera que constantemente bus- ca expresar la dimensión humana, desde el encierro más duro hasta la soledad más alienada. Es puro psico- logismo, inmersión contundente en el mundo de la mente más abismal. Es la fragilidad del ser enfrentado a su mundo propio, a un mundo que lo aleja y que lo confunde en la masa pero que a la vez lo rescata desde su propia individualidad. Cada imagen,


cada píxel, cada átomo gráfico, es un fragmento de esa alma humana fragmentada, despedazada, diluida, craqueada, donde todos sus pedazos se yuxtaponen entre sí para plasmar sentimientos y pensamientos como un puzzle controlado que suspira su coherencia íntegra o metalenguaje. Son composiciones elaboradas, con- troladas desde la mente que razona y sufre, que crea lo que hierve desde los ácidos neuronales. Misha Gordin ha llegado a juntar hasta más de cuarenta negativos a la vez para con- seguir muchas de sus tomas finales, pero con todas las dificultades que encierra el positivado analógico en sí mismo.


1Carlos Flaqué Monllonch


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