Foto 1


de esta foto, unos ojos cerrados, tabú de los retratos (en tantas ocasiones he oído que si no se ven los ojos no vale, que la foto pierde muchísimo, que si bla bla blá, que si bla bla blí) se convierten en los protagonistas de esta imagen.


En la original o de partida (foto 2) el colorido del traje, la pedrería,


el


escote, sus redondeces, y todo lo de- más hacían que se perdiera la esencia de ella en ese, aunque parezca una contradicción, intimo momento mági- co previo al desfile. Esas superpestañas, el virado a


blanco y negro, el desenfocado del contorno, “blanqueado” e iluminación que realicé en toda la foto convierten, según mi punto de vista, una foto co- rriente o anecdótica en algo especial. Yo quería mostrar lo que había in-


tuido en esta dama de honor durante el transcurso de las ocho fotografías


que le tomé. Belleza, mucha belleza, pero también un puntito de frialdad. A mi manera de ver era una Dama


de Hielo; y así la presenté en el cibe- respacio.


1Javier Madroñero


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