ASÍ ES MI TIERRA. ASÍ ES MI GENTE
Economía sostenible
Escondida en medio del bosque, en un lugar que sólo descubres cuan- do llegas a él, y después de ascen- der por una pista hormigonada, de reciente construcción, descubrimos, en un ensanche del camino, la vieja capilla adosada a una casa de planta baja, con una tenada y un cobertizo cercano. Un destartalado coche se resiste a que la vegetación lo engu- lla, arrinconado en una esquina de la sebe.
Allí vive Leandra. Sola. Con sus ga- tos y alguna gallina, que nos reciben sin inmutarse. La mujer, doblada, casi en horizon- tal con el suelo, se yergue presumida cuando nos ve llegar y nos invita a pasar a su humilde hogar. La casa po- bre, comparándola con las de ahora,
por lo menos para nosotros, nos reci- be con el calor que despide una vie- ja cocina de carbón, y un fuego que arde alegre en la chimenea del suelo. Leandra nos acomoda en el esca-
ño, y rápidamente se dirige a la “ma- sera” de donde saca pan, chorizo y jamón que acompaña con una botella de vino. Pese a no tener mucho ham- bre, nos insiste en comer algo, y te- nemos que complacerla so pena que se enfade. Luego, una vieja pota con agua, la apoya entre las brasas de la chimenea hasta que hierve, después echa el agua en una manga de café, y nos lo ofrece con una sonrisa amplia y sincera. Ella, allí, nos dice que es feliz. Que
no echa de menos nada de lo que ofrece el pueblo, a poca distancia,
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a no ser algún trámite ó alimentos esenciales, como el aceite ó el azúcar y café. Lo demás lo tiene todo en aquel
pequeño recinto. Incluso.. y mira al cielo cuando nos lo dice: la salud, que es lo mas importante, porque de andar doblada, no son culpables mas que los años, por lo demás esta bien en general. De la charla con esta mujer, no po-
demos más que extraer una lección de supervivencia positiva y una filo- sofía vital tan alejada de las consig- nas que nos dictan todos los gurús políticos y religiosos del momento. Cobra una pequeña pensión de la “agraria” y con ella, le llega para esos gastos imprescindibles que la tierra no le puede ofrecer, lo demás todo es de su propia cosecha, los huevos, la harina de maíz, las patatas y la le- che, amén de todo lo que produce
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