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mi vida. No quería caer en el tópico. Desde el momento en que en nuestras sesiones me ha- ces pensar en mi “”yo auténtica ya no me pue- do escapar. - Si tuvieras que puntuar del cero al diez tu es- tado de satisfacción general en la vida, ¿qué nota te darías? - Un cinco pelao - Es un aprobado - Sí pero yo nunca estudié solo para aprobar. Yo iba a aprender y a sacar la máxima calificación. -¿A por qué calificación ibas? - Como mínimo a por un 8 o un 9. - Entonces para pasar en tu vida de ese 5 a ese, como mínimo 8, ¿qué tie- ne que pasar?. - Una cosa sería dinamizar mi vida personal


- ¿Dinamizar? Parafraseó Jaime - Sí quiero decir hacerla más autentica, con Juanma y con el resto de gente de mi entorno. Dejar las poses, el cinismo, el doble lenguaje. Por otro lado hacerme valer más en mi trabajo. Dejar de estar a la defensiva. -¿Todo esto de quién depende? - Sí ya sé que depende de mí. - ¿Entonces? - Quiero que me ayudes a darle un vuelco a todo esto. - ¿Y por donde quieres empezar? - Por mis relaciones con mi jefa Marga - ¿Cómo quieres que sean esas relaciones? - Más de tú a tú. A veces ella parece mi “madre inquisidora” y yo una hija que tiene algo que esconder - Quiero darte una distinción que hasta ahora no habíamos trabajado. La diferencia entre la utilización de un lenguaje de poder y un len- guaje desempoderado, pero antes dime por fa- vor, qué ha pasado con las tareas que te com- prometiste a hacer al finalizar la última sesión. ¿Las recuerdas? - Sí claro. Estuvimos viendo los cinco actos lin- güísticos básicos y me ayudaste a identificar,


sobre todo, la diferencia entre los hechos y los juicios. Tal y como me pediste he elegido tres anécdotas en las que algo me producía una emoción negativa y he pensado en las circuns- tancias que me la producían. - ¿Y? Preguntó escuetamente Jaime - Por ejemplo la pasada semana tuve un rifirra- fe con el controller que maneja las partidas de gastos de marketing. Me puso como una moto. - ¿Te puso o te pusiste? - Bueno me puso él. Hasta esa conversación yo estaba tan tran- quila -¿Qué más gente había a tu alre- dedor?


- Una jefe de producto - ¿Y cómo se puso ella?


- No, a ella le daba igual el tema. No iba con ella. - Entonces el controller apareció en un espacio donde había dos personas, tú y la jefe de pro- ducto. Tú te enfadaste y la otra chica se quedó tan tranquila. ¿Es eso? - Sí más o menos. -Date cuenta que el controller fue un estímulo para tu posterior enfado, que ahora me con- tarás qué lo produjo, pero la verdadera causa del enfado es lo que pasó por tu cabeza cuan- do hablaste con él. Tendemos a confundir los estímulos con las causas. Los estímulos son cosas ajenas a nosotros que no controlamos. Las causas tienen que ver con lo que nosotros pensamos respecto de esos estímulos, es de- cir cómo nos lo tomamos, y por consiguiente como reaccionamos.


- Dame el detalle del estímulo - Me reclamaba una aclaración de alguno de los gastos de la última campaña que he pues- to en marcha, ya sabes la que te conté con Penélope Cruz, el nuevo capítulo de la serie de “Porque tú lo vales”, y es que tengo la sen- sación de que estas aclaraciones solo me las pide a mí. Vamos que va a por mí. -Quiero que te pongas ahora una aureola de


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