This page contains a Flash digital edition of a book.
tratos eran el mirar directo a cáma- ra y el uso, entonces novedoso, del flash de relleno. No digo que no, la inmensa mayoría de sus fotos más conocidas así lo corroboran, pero si se sigue investigando en su produc- ción es fácil descubrir muchas otras luces, muchas otras miradas. Vere- mos que hay luz natural, luz tamiza-


“ Foto 1


Diane Arbus (1923-1971) Descubrí a Diane a través del cine.


“Retrato de una obsesión” recreaba bastante libremente la figura de una de las fotógrafas más interesantes que conozco. Una niña bien de la 5ª avenida neoyorquina convertida en ventana de un mundo que hasta en- tonces nadie había querido mostrar fuera de las ferias que recorrían el país de punta a punta: el de los fenó- menos. (Foto 1) Contaba que llevada primero por la curiosidad, luego por la fascinación y finalmente por el amor, manido re- curso típico de película estadouni- dense, Diane se sumergió en aquella cara oculta de la vida y a ella dedicó todo su trabajo posterior. Añada- mos que también se dedicó a los re-


su talento residía en que ella no juzga, no se recrea, no compadece,


sólo muestra lo que hay y de alguna forma logra que sus per- sonas, nunca sus personajes, le crean


trasados mentales, a los travestis, a los nudistas, a las prostitutas y a los enfermos psiquiátricos y podremos darle cierta validez a la cinta además de perpetuar la información que más habitualmente encontramos sobre su trabajo. Pero es que reducir su ámbito fo-


tográfico exclusivamente a ellos, a los “raros”, conlleva obviar un ingen- te número de instantáneas magnífi- cas de sujetos “normales” a los que convertía, por obra y gracia de su ta- lento, en seres únicos recurriendo a lo que para mi define su trayectoria: la honestidad de las miradas, la de ella y la de ellos. Se repite continuamente que las principales características de sus re-


22


da, luz indirecta y semisombras , hay párpados entornados, ojos perdidos, perfiles, espaldas y rostros enmas- carados. Pero todas, absolutamente todas sus fotos nos dicen: este soy yo, este es él. No hay pudor ni ver- güenza, lo que vemos es lo que hay con toda su ternura o crudeza, con toda la belleza o con una extremada fealdad, no hay artificio aunque la pose y la composición hablen de una preparación previa porque no hay disfraces, no existen barreras entre la que observa y el observado. Así nos encontraremos también


con retratos de viejas damas de pre- sumible pasado espléndido llenas de sincera arrogancia, con escenas inti- mistas de dulzura desarmante, con gestos que tiene la dureza de un cu- chillo y con la viva imagen de la clau- dicación, si así se sentían ellos así los retrataba Diane. (Fotos 2 y 3) ¿Cómo lograba que las personas


reaccionaran de esa forma ante su cámara? ¿Qué transmitía para que los fotografiados dejasen a un lado las defensas y se mostrasen ante el objetivo con tal grado de autenticidad? Porque, no nos


Page 1  |  Page 2  |  Page 3  |  Page 4  |  Page 5  |  Page 6  |  Page 7  |  Page 8  |  Page 9  |  Page 10  |  Page 11  |  Page 12  |  Page 13  |  Page 14  |  Page 15  |  Page 16  |  Page 17  |  Page 18  |  Page 19  |  Page 20  |  Page 21  |  Page 22  |  Page 23  |  Page 24  |  Page 25  |  Page 26  |  Page 27  |  Page 28  |  Page 29  |  Page 30  |  Page 31  |  Page 32  |  Page 33  |  Page 34  |  Page 35