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-Uhmmm


Siguiendo su intuición Sonia utiliza el miembro de Sandro como si fuera un chupete hasta que por su tamaño tie- ne que comenzar con movimientos de vaivén deteniéndose en el glande y la- miéndolo como si fuera un helado. -¿Cómo vas de memoria? -Pregunta Sonia levantando levemente la cabeza con una irónica sonrisa Sandro tiene las piernas muy abiertas y estiradas. El pecho levantado con la espalda despegada de la cama apoya- do sobre sus codos y su cara con un rictus que si no fuera por el contexto parecería de dolor. -Sigue tía, sigue, to- davía me acuerdo un poco.


En ese momento suena Lady Gaga. -Joder mi móvil -grita Sonia. -Pasa de él tía. Ahora no te pares coño. -Espera. Joder mi padre. Tengo que co- gerlo, si no luego me pregunta que esta- ba haciendo y siempre me cala cuando le miento.


Sonia carraspea y se incorpora para evi- tar que su voz suene rara - Hola Papá. - Hola cariño -¿Todavía estás en Barcelona? -Sí pero voy en un taxi camino del ae- ropuerto. Al final no me quedo a dormir aquí. Por eso te llamaba.


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Sandro no quiere esperar a ver qué pasa con esa conversación y decide acabar el trabajo por su cuenta mientras Sonia le mira con cara de interrogación y un poco sorprendida


-¿Qué ha pasado? Pregunta Sonia -Acabo de llamar a un Coachee con quién había quedado mañana y pare- ce que ha tenido un accidente grave en casa y se ha matado. -¿Qué le ha pasado? -En su empresa me han dicho que ha sido una cosa muy tonta. Ha resbalado con tan mala suerte que se ha roto el cuello. - ¿Y tú cómo estás papá? Jaime sintió un orgullo especial por su hija cuando le hizo esta pregunta. Cuando él trabajaba en Airbus y la rela- ción con sus hijos era otra, nunca se le hubiera ocurrido hacerle esa pregunta. Al fin y al cabo las conversaciones que había tenido con sus hijos, y especial- mente con Sonia, sobre la aceptación de otros y lo importante del reconocimien- to y legítima preocupación por los de- más, parece que no caían en saco roto. -Un poco tocado, la verdad. Llevába- mos cuatro meses de proceso y cada vez que venía hacíamos largas sesio- nes de tres horas por lo que además de Coaching hablábamos de lo humano y de lo divino, así que había una relación bastante intensa. -Vaya lo siento.


-No te preocupes cariño. Venga nos ve- mos esta noche. Un beso


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