capacidades, desde la dificultad del nocturno o del paisaje con “efecto seda” en la cascada, hasta la simpa- tía del fotomontaje. Luego vinieron más fotos, todo un aluvión, en el que el “Completu” —y compréndase la redundancia— fue completando un auténtico catálogo en el que se in- cluyen motivos asturianos, detalles insólitos, nocturnos y marinas, esce- nas cotidianas, sus propia presencia en actos y saraos (tan ‘completo’ es el amigo que hasta participó como “extra” en la serie del Doctor Mateo), pero sobre todo su desbordada pa- sión por los fotomontajes. Y aquí debemos hacer casi para- da y fonda. Los fotomontajes son la esencia del “Completu” en cuanto bricolage puro que acaban siendo. En ellos aporta técnica y simpatía. La técnica, que no está ausente de nin- guna de sus fotos, la consigue con un estudio detallado de las posibilida- des del momento y un más detenido estudio de todas las capacidades del PhotoShop, que a veces combina con otros filtros a fin de que no se le esca- pe ninguna oportunidad. La simpatía es marca de la casa. Basta con hacer un breve recorrido por sus fotomon- tajes para apreciar su sentido del humor. Casi todos arrancan una son-
risa cuando no una carcajada y todos ellos revelan, no sólo un particular sentido del humor, sino una imagina- ción a prueba de rutinas. La mayoría de ellos juegan con un elemento co- mún, un cuadro, que unas veces apa- rece en una pared pintada al gotelé y otras exento y que lo mismo sirve para un roto que para un descosi- do: ese cuadro puede servir directa- mente para enmarcar o convertirse en espejo que devuelve una imagen
discordante con la real o trasmutarse en mirador o barra de bar e incluso en mesa donde una novia firme su compromiso matrimonial o ciento y una combinaciones a cada cual más atrevida. Pero estos fotomontajes, y algunas otras fotos, le sirven a Ricar- do para otra de sus características, su vocación didáctica: al hilo de sus propias creaciones aprovecha para explicar cómo ha llegado a ese re- sultado, lo que suele hacer en otras ocasiones en los comentarios a otras fotografías, buscando siempre que el compartir fotos en Moldeando la luz sea una auténtica escuela de foto- grafía. Y en fin, para terminar, permíta-
seme una nueva salida de tono per- sonal: fui profesor de latín de Ricar- do “Completu” y debió de ser buen alumno —o yo buen profesor, que no se diga—, porque está claro que para hacer las fotos que consigue Ricardo hay que saber latín. Un abrazo, amigo, y enhorabue- na por tu nominación.
2Paco Trinidad 9
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