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El antiladridos
electroestático (I)
FranCisCo JaVier ibÁÑez dorronsoro En efecto, es raro que a un ladrador guien, eufemismos aparte, lo matará. El
psicÓlogo renuente se le permita vivir más de dos antiladridos electroestático puede ac-
iBÁÑez, setter Bakio, s.l. o tres años. La experiencia nos dice que tuar, por tanto, como un salvavidas para
este animal será abandonado o que al- el animal.
Imagen cedida por la empresa
El collar antiladridos consiste en una
pequeña cajita provista en su exterior
de un receptor de ladridos y un par de
electrodos que transmiten un impulso
electroestático sin amperios, sin fuerza.
La corriente que utilizan estos equipos
no tiene nada que ver con la corriente
eléctrica habitual. Es como el impulso
de electricidad estática que recibimos al
tocar la puerta de un automóvil. Es la
misma clase de electricidad que trans-
miten algunas personas al estrecharles
la mano, pero con la gran ventaja de
que se puede regular la intensidad del
impulso.
Este tipo de corriente resulta tan in-
ofensivo como desagradable, de ahí su
eficacia.
Con el collar
antiladridos el perro
no sólo no ladra,
sino que se
comporta mejor
y está más tranquilo.
Utilidades colaterales
El antiladridos se activa por la vibración
de las cuerdas vocales. Por tanto, evita
ladridos, aullidos y gruñidos. Pero, ade-
más, ofrece otras utilidades interesantes:
mejora el autocontrol, impide las peleas
e incluso puede llegar a salvar la vida del
animal.
Mejora el autocontrol
Se utiliza en la clínica para mejorar el
autocontrol conductual y emocional del
animal. El autocontrol que genera el an-
tiladridos, se nota inmediatamente por-
que el perro no sólo no ladra, sino que
se comporta mejor y está más tranquilo.
Impide las peleas
Al impedirles el gruñido, la mayoría
de los perros evitan las peleas. Si, pese a
ello, se ven involucrados en alguna, pro-
curan que ésta dure lo menos posible.
Pronto se observa que el antiladridos les
obliga a encontrar una solución no vio-
lenta a su ira. Es frecuente que eviten las
situaciones propicias a la agresión, vol-
viéndose la espalda o alejándose.
Salva su vida
Generalmente el propietario de un
ladrador renuente acude a consulta an-
gustiado. Intuye que si no soluciona los
ladridos de su perro, la sociedad le obli-
gará a adoptar alguna medida drástica.
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