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mando vibración a nuestro rango natural de frecuencias.


4. ¡Fortalezca su duafragma! Los movimientos propios de ins- piración y espiración se deben en gran medida a un grupo de músculos llamados músculos de la respiración, en donde destaca el diafragma por ser el mas grande de todos y el que realiza un importante trabajo durante la mecánica respiratoria. El diafragma es el músculo más plano de todo el organismo, en forma de bó- veda que cierra por arriba la cavidad abdominal y limita por abajo la cavidad torácica. Es cóncavo por abajo y convexo por arriba. Un diafragma fuerte permitirá hacer uso de nuestra voz durante todo el día sin sufrir agotamiento. ¿O acaso ha visto usted que un perro amanezca al día siguiente afónico o con dolor de garganta después de ladrar toda la noche? Observe ladrar a un perro: su diafragma, justo adelante de las patas traseras, es el que empuja como fuelle para dar salida al aire de sus pulmones, y dado que no tiene tensión alguna en su cuerpo, podrá ser emitido eterna- mente sin afectar negativamente al perro. Cuando nacemos so- mos capaces de respirar naturalmente, mientras que al crecer nos olvidamos de ésta respiración natural, rítmica, con el diafragma realizando su trabajo y careciendo de tensiones corporales (siem- pre originadas por consecuencias psicológicas). Es prioritario fortalecer el diafragma porque gracias a éste mús- culo somos capaces de determinar el volúmen de nuestra voz. Puede empujar suavemente el aire cálido de los aleveolos pulmo- nares en combinación con los músculos intercostales, o empujar con fuerza para liberar el aire frío de los bronquios, como cuando gritamos. Esto es de suma importancia entender dado que no es el mismo trabajo de voz el que se ejerce en un evento al aire libre, ante una concentración de gente, o al hablar en la cabina de una estación de radio donde, idealmente, cuentan con micrófonos que captan un amplio rango de frecuencias y vibración.


5. Mantenga la voz en la laringe, esto es, en ese punto interme- dio donde no existe esfuerzo alguno para hablar. No se empujan los músculos hacia arriba haciendo tonos agudos, ni hacia aba- jo donde se escuchan tonos graves o se engola la voz. Desde mi punto de vista, el manejo de voz con laringe representa una desimpostación, es decir, no tiene una colocación específica que provoque movimientos musculares. Cada uno de nosotros tiene una extensión aproximada de una “octava” musical, y la laringe es el punto medio de dicha escala. Aunque también he imaginado que, si habláramos de automóviles, la laringe es como la posición neutral de una caja manual de velocidades.


6. Al momento de dar lectura a un texto respete la puntuación del mismo y conserve el ritmo. La redacción de un texto no sólo es necesario para plasmar nuestras ideas: también aportan las indicaciones que necesita un actor para interpretarlo, tal como haría un músico al leer partituras. No está de más mencionar que la ortografía y redacción deben ser impecables, colocando puntos y comas donde deben estar, porque dichas puntuaciones son las que marcan las pausas dentro de un texto, permitendo al intérpre- te modificar tonos y generar matices. Cada puntuación tiene una equivalencia en el ritmo: una coma o dos puntos representan me- dio tiempo; punto y coma equivale a un tiempo y medio; el punto y seguido representa dos tiempos, mientras que el punto y aparte


equivale a tres tiempos. Así que si usted no hace sus discursos, ¡mas vale que quien tenga esta encomienda sepa redactar y no utilice la puntuación de manera arbitraria! La lectura no sólo se ve, también se escucha.


7. ¡Aprenda a escuchar! Normalmente en los ambientes de mucho ruido, como en eventos al aire libre con altas concentraciones de gente, el oído externo se pierde en un mar de sonidos y altas frecuencias que nos impiden saber si estamos hablando con el volúmen y tono adecuados. En esas situaciones es común que el orador se enfrasque en una lucha por querer ganar a todo ese ruido ambiental levantando cada vez más la voz, pero lo más pro- bable es que sólo acabe con dolor de garganta por gritar desafo- radamente. Es necesario desarrollar nuestro oído interno, sensibi- lizarnos para percibir nuestra propia vibración en la garganta y el pecho, lo cual nos sirve como guía inequívoca de que hacemos el trabajo correcto. Además, aprovecho la ocasión para compartirle un secreto: ese aparato color negro con una forma circular en la parte superior, mismo que está conectado con un cable y usted toma con una mano, se llama micrófono. ¿Y sabe porqué alguien se lo facilitó y porqué usted habla ante él? ¡Ponga atención! Pues porque ése aparato se encarga de transmitir su voz a una serie de altavoces, los cuales difunden y acercan el sonido al público presente. ¡Deje a los ingenieros hacer su trabajo! Y usted haga el suyo y no grite cuando no es necesario hacerlo (y no hablamos de intensidades o timbres, que eso es otra cosa). Nuestra personalidad es, retomando la analogía de un inicio, nuestro propio edificio. Pero dado que éste edificio fue construí- do sin conocimiento, conforme fue sumando más pisos éste se enchuecó, se torció y se sostiene precariamente. Sólo mediante un entrenamiento en los métodos de manejo de voz seríamos ca- paces de demoler estrepitosamente esa estructura desvencijada, siendo ésta la única manera de poder trazar y construír un edificio nuevo, acorde a nuestra propia naturaleza y capacidad. ¡O como en la computación! Hay que hacer espacio en nuestro disco duro para poder meter información nueva, y sólo aquellos que tengan disposición, actitud y tiempo, serán los que remonten hacia el fu- turo de la mercadotecnia política en América Latina.


Si pudiésemos leer todos y cada uno de los discursos que se han escuchado en los últimos dos mil años de la humanidad, y no digamos desde la mítica Atlántida, donde seguramente la gente se quejó amargamente del pago de impuestos, o en Roma, donde era común el tema de ‘crisis’, ¿cuántos de éstos realmente des- tacarían? ¿Quiénes de tantos miles y miles de oradores fueron realmente excepcionales y pasaron a la historia? Bueno, tampoco quiero emocionarle porque las estadísticas no le favorecen a us- ted como para ser una ilustre dama o caballero, héroe de la na- ción, pero me parece que siempre tenemos posibilidad de mejorar algo en nosotros mismos, y qué mejor que en aquello que nos distingue y nos proyecta ante los demás: la voz. Creo que en un mundo de administración, lo que hace falta es un poco de inspiración.


eduardo Flores arlbornoz locutor y productor de anuncios políticos de radio para campa- ñas políticas


Agosto 2010 / Campaigns&Elections : 39


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