Campañas electrónicas : Por Carmen Beatriz Fernández
Ciberpolitiqueando ando…
“Quiero una campaña igualita a la de Obama” pide el cliente al consultor. Y en este caso, como en muchos otros, el cliente no tiene la razón. Por un lado, las campañas “igualitas” no existen y por otro Obama no fue el primero ni el último en usar pródigamen- te la ciberpolítica en su campaña. Dos cosas, sin embargo, hicieron a la campaña de Obama dis- tintiva y marcadora de pautas globales: 1) el candidato se sintió muy cómodo dentro del nuevo ecosistema de redes en el que se viene organizando la sociedad, y 2) el vigor con que la ciberpolí- tica emergió en la democracia más grande del mundo hizo que el mundo abriera los ojos para darse cuenta que la ciberpolítica ya no era más el futuro de la política. Era su presente.
Tarde se dio cuenta Frei, el candidato de la concertación chilena, quien tuvo serios problemas con su manejo de la Ciberpolítica. Esta fue una dramática e imperdonable carencia en el país con mayores niveles de penetración del internet de América. El he- cho de haber diseñado una mala campaña Ciberpolítica no sólo tiene implicaciones en este sub-mundo, sino mucho más graves. Trabajar mal con los nuevos medios implica desligarse de un seg- mento fundamental: las audiencias más jóvenes de la población, sin las que ningún candidato puede hablar de futuro. Cuando qui- so recuperarlo fue demasiado tarde.
Quien sí se dio buena cuenta y se movió como sirena en el agua fue Kamla Persad. Será la primera mujer en asumir el gobierno en las islas caribeñas de de Trinidad y Tobago. Quizás el cambio más importante desde que la isla se independizara de Gran Bretaña en 1962. Kamla usa mucho y bien las redes, y tuvo un vigoroso grupo de apoyo en FaceBook que alcalzó los 45 mil seguidores, cifra proporcionalmente mucho más importante que la de Obama, para una nación con poco más de 200 mil usuarios de la red. La campaña ciberpolítica de Mockus, por su parte, tuvo muchas más aplicaciones diseñadas para FaceBook de las que se le ocu- rrieron al comando de campaña de Obama. La mayoría de ellas diseñadas por programadores que voluntariamente cedían su tiempo y su talento a una causa en la que creyeron. La política 2.0 no es privilegio de países grandes, ricos ni sofisticados.
Creo que hay dos insumos claves para entender el vertiginoso ritmo de la comunicación contemporánea y el político que no lo entienda a tiempo se habrá quedado fuera: Al primer insumo hay que dedicarle un par de días, es un muy buen libro, a la segunda apenas 4 minutos, es un muy buen video. El libro fundamental para entender lo que nos pasó es el del perio- dista Thomas Friedman explica en pedagógico lenguaje cómo se
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volvió plana la tierra . Dos de los más importantes factores fueron la burbuja financiera de las empresas puntocom que hizo que las grandes inversiones globales de fines del siglo XX se orientaran a la ampliación de redes digitales y la extensión de cables de fibra óptica a lo largo y ancho del planeta. En segundo lugar, pero no menos importante, el desarrollo del movimiento a favor del código fuente libre. Toda una cultura de libertad que apuesta por la inteli- gencia colectiva. Ambos elementos hicieron posible el vertiginoso crecimiento de las redes globales y su capacidad de suministro de servicios a bajos costos para el ciudadano.
El segundo insumo, el video, es tan vertiginoso como los tiempos que vivimos, se denomina “¿Sabías qué?” (“Did you know?” en la versión original ) y fue preparado por la revista The Economist para el Media Convergence Forum de fines del año 2009. A tra- vés de un rápido paneo por indicadores relevantes el video nos demuestra el vuelco tremendo que han dado las comunicaciones globales. “En los últimos dos meses se han subido más horas de video en YouTube que todo lo que ha transmitido ABC y NBC des- de 1948” y sabemos que “un adolescente norteamericano típico tipea 2272 mensajes de texto al mes”. “En Febrero de 2008 Mc Cain levantó 11 millones de dólares para su campaña. Ese mismo mes Obama no fue a ninguna reunión para conseguir fondos, pero recogió 55 millones de dólares en línea”. Transcurridos cuatro mi- nutos y 46 segundos la cabeza aún nos dará vueltas, atiborrada de mucha información pero al menos una idea habrá quedado firmemente asentada: algo cambió.
Obama no fue el primero ni último en usar pródigamente la ciberpolítica
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