FLASH Viajar, ¿como Ulises? Cuadro 1
para qué lo utilicemos. Si utilizamos la cámara para fotografía de interioris- mo, probablemente prefiramos tener un sensor Full Frame que me permita utilizar un ojo de pez de 12mm rea- les que no se conviertan en 20 mm. E igualmente si utilizamos la cámara para fotografía de deporte preferiría-
mos un sensor APS, donde un objeti- vo de 300 mm se convierte en uno de 480 mm al mismo precio y con menos peso. Eso sí, ojo al comprar objetivos, que no todos valen para Full Frame.
1Pepe Haro Castaño
Olimpus EM-5, así se llamará la primera de la serie OMD
Siguen apareciendo con cuenta gotas imágenes del cuerpo de la que será la primera Olympus OM-D de estilo retro. La cosa pinta bien, pues recuerda a la OM-1, la cámara SLR de la que muchos guardarán gratos recuerdos.
Esta vez la fuente es el blog húngaro MLZPhoto, donde además reve- lan que el nombre que recibirá, será el de EM-5.
Es la primera vez que se aprecia un fragmento de la parte posterior de
la cámara, así como una pizca del visor electrónico desde atrás. La Olympus EM-5 se anunciará en algún momento durante la primera semana de febrero y podría costar $1200 sólo el cuerpo.
31
Ayer tarde, en una de mis ter- tulias preferidas, les comentaba a mis amigos, entre copa y copa, mi programa para la próxima se- mana, que incluye, como es habi- tual, varios desplazamientos. Uno de mis amigos, quizás envidioso, comentó: “Tú, como Ulises, siem- pre viajando”. Me gustó su com- paración y sonreí. Hasta que me di cuenta del desasosiego que me invadía. Y me dije, no, ami- go mío, abomino de Ulises. Y me perdí en un discurso entrecorta- do y laberíntico que tenía por lí- mites todos los mares y todos los puertos y todos los destinos que conozco: yo no soy como Ulises, yo no surco mares ahondando mi distancia con Penélope y con ese manto que se teje y se desteje en un acoso infinito; yo no me sustraigo a los cantos de sirena, como huyendo de la publicidad, mientras a mi alrededor todo es silencio y ataduras; yo no voy, de flor en flor, desamando a las mu- jeres que pretenden seducirme, mientras la mía espera, al final del viaje, que venga a redimirla de sus problemas patrimoniales. Yo no soy Ulises, en fin, salvo que por tal entendamos el de Joyce, tan cotidiano, tan de andar por casa. No retorno de ninguna gue- rra y regreso a casa todos los días, o como mucho, después de dos o tres o pocos más días, sin enfrentarme a cíclopes ni a lotó- fagos, con las velas plenas de sal y el corazón henchido de aventu- ras que comienzan todos los días al amanecer y finalizan cuando el reloj se enroca finalmente en sus propias agujas. Penélope, en fin, no es para mí más que una re- ferencia abandonada a su propia
suerte. Ay. F.T.
Page 1 |
Page 2 |
Page 3 |
Page 4 |
Page 5 |
Page 6 |
Page 7 |
Page 8 |
Page 9 |
Page 10 |
Page 11 |
Page 12 |
Page 13 |
Page 14 |
Page 15 |
Page 16 |
Page 17 |
Page 18 |
Page 19 |
Page 20 |
Page 21 |
Page 22 |
Page 23 |
Page 24 |
Page 25 |
Page 26 |
Page 27 |
Page 28 |
Page 29 |
Page 30 |
Page 31 |
Page 32 |
Page 33 |
Page 34 |
Page 35 |
Page 36 |
Page 37