« La imagen original está disparada en color. La única
postproducción que tiene es pasar el RAW original a JPG y éste, a Blanco y Negro con Adobe Camera RAW.
» Esta imagen también está disparada en RAW y pa-
sada JPG con Adobe Camera RAW.
nos servirá ver una escena que con- sideramos única,
si no hemos sido
capaces de ubicarnos en la mejor po- sición posible. Tenemos de enfrentarnos con la circunstancia. Evitando los fondos inadecuados, los reflejos molestos, el exceso de contraluz o simplemente la incorporación en el encuadre de ele- mentos que desvíen nuestro mensaje. Para ello, debemos de educar nuestra mirada. Hemos de abrir los ojos a lo que nos rodea y sacar el mejor partido posible de ese momen- to. Aprender a observar todo lo que sucede a nuestro alrededor sin que nuestro entorno repare en nosotros. Si conseguimos pasar desapercibidos obtendremos la espontaneidad del momento como premio adicional a nuestro encuadre.
Un sencillo ejercicio para educar la mirada es salir de casa y dar una vuelta completa a nuestra manzana y después hacer el recorrido a la inver- sa. Andar despacio y observar todos los detalles que componen nuestro paseo. Observar a las personas con las que nos cruzamos. Las que están en la acera del frente. Mirar sus ma- nos y lo que llevan asido a ellas. Ver su ropa. Sus colores si se complemen- tan con los del fondo. Sus zapatos y el suelo que pisan. Sus gestos con el
entorno que los rodean. Siempe hay algo que nos llama la atención. Qui- zás esa pequeño detalle sea la base para una nueva fotografía. No solo el factor humano es im- portante en nuestro ejercicio. No podemos olvidar las puertas de las casas, sus ventanas, arboles o plan- tas ornamentales que pueda haber. Incluso los coches, pueden ser un excelente aliado si los sabemos in- corporar en la escena. Las bicicletas y sus ciclistas. Los papeles que desgra- ciadamente siempre hay en el suelo. Todo… sirve para realizar una foto- grafía.
Si esta acción la repetimos en di- ferentes días y horarios descubrire- mos poco a poco que nuestra mirada tiende a buscar encuadres posibles, en lugar de esperar que algo suceda. Si estamos atentos, veremos que suceden cosas que normalmente pa- san completamente ajenas a los ojos de todos. Pero ahí es donde debemos estar nosotros con nuestra cámara para hacer real lo que aparentemen- te… no existe para nadie. A veces, ni siquiera existe para el protagonista de la historia, puesto que sus pen- samientos están muy alejados de la realidad como puede ser el caso de la primera imagen donde vemos a una persona, un tanto absorta en sus
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pensamientos, dirigirse al velatorio de quizás, algún ser querido. En este caso, opté situar a la per- sona cerca del margen izquierdo. Un poco más adelante un grupo de cables colgando hubieran desviado demasiado la atención la atención de haber salido dentro del encuadre. Además quise dejar un buen espacio detrás del personaje lo mas limpio posible por el simbolismo que podía repesentar el camino que hemos re- corrido para llegar a nuestro destino. La segunda imagen es uno de esos momentos en que uno interviene en la escena, casi instintivamente. Vi de reojo como se acercaba un ciclista por mi derecha. Queria hacer algo pa- recido a un contraluz aprovechando el juego de sombras producidas por una soberbia encina que me protegía del reinante. Cuando estuvo a unos dos metros se me ocurrió decirle… —Jefe, ¿tiene usted hora? Sin inmutarse, ni detener la bici-
cleta, alzó su mano, acercando el reloj a sus ojos y me dijo: —Las once y media.
Y siguió pedaleando sin más. Yo, aparte de saber la hora, me llevé una imagen que cada día que la veo, me gusta más.
1Jan Puerta
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