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¡Mira!


escucha ese vaivén de canciones, zumbidos de alas. Es la belleza, y la belleza como el amor, el pan y el agua del caminante se comparte, aunque sólo dure una luna, aunque sólo sean pequeñas flores, un oasis en el desierto, un espejismo, un solitario sentimiento.


Son los almendros precoces que nos traen en este tiempo junto a la flor del romero el olor a mañana nueva, poemas nuevos todavía sin texto. Nuestro latir se compone de montón de cosas, cosas tan triviales como bellas, cosas que sentimos y nos estremecen. de tantas y tantas cosas sin importancia… y esta primera flor de febrero la sentimos como abrazo, un regalo y presagio de la naturaleza. Caminante, apoya tus ojos en sus ramas, luz del almendro, son brazos de bienvenida abiertos. Estemos preparados, que más tarde de rojo nos incendiarán el alma los rosales.


1 19 Justín del Barrio


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