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Sala Informativa

el país que tal vez es más adicto a las nuevas tecnologías y pionero en su uso, demostró que, la operación de tierra, es decir, el contacto directo, era una parte im- portante de la campaña y marcaba la diferencia. En ese año, las encuestas decían que la diferencia entre Bush y Kerry no era muy marcada. Algunos llegaban a hablar de empate técnico. Sin embargo, el día de la elección, Bush logró superar a su rival con una có- moda ventaja. ¿Qué sucedió allí? ¿Se equivocaron las encuestas? No, para nada.

Lo que allí sucedió es que la campaña de Bush hizo una inversión importante en un trabajo de tierra en entrenar a miles de partidarios y mandarlos a las calles a tocar puertas, a hablar con la gente, a motivarles, a transmitirles el mensaje de la campaña y del candidato, y a organizarlos para llevarlos a votar. El año siguiente uno de los responsables de este pro- grama explicaba en una conferencia en George Wash- ington University que habían invertido más de 70 millones de dólares para ello.

Cuatro años más tarde, todas las encuestas daban ga- nadora a Hillary Clinton sobre Barack Obama en las elecciones internas del partido demócrata, pero todos sabemos cuál fue el resultado. ¿Qué fue lo que ter- minó invirtiendo el resultado final? Sencillamente que Obama llevó a nivel nacional lo mismo que hacía en Chicago. Contactar a grupos de gente, hablarles, orga- nizarlos y apoyarles en sus luchas. Fue una operación gigantesca que, aderezada con muchos otros elemen- tos, logró el resultado que ya conocemos.

La idea al hacer estos comentarios es simple. El que se dice el país más avanzado del mundo, el más tec- nológico, sencillamente regresa a lo más elemental, a lo más simple, pero a lo más efectivo, el contacto di- recto.

Ahora bien, el contacto directo es toda una serie de herramientas y técnicas que deben establecer un equi- librio entre la campaña de aire (mediática) y la cam- paña de tierra. Así que vayamos por pasos para tener claridad en lo que debemos hacer. El contacto directo es una parte integrante de cu- alquier campaña exitosa y moderna, no es un estilo de campaña, es en opinión de este servidor, un pilar fundamental.

El objetivo entonces es que la campaña de tierra, den- tro de la que está el contacto directo, forme parte in- tegral de la campaña y, para ello, lo principal es que establezcamos, de acuerdo al tamaño de la campaña, los recursos disponibles, nuestras metas y prioridades. Una de las primeras cosas que debemos hacer es con-

stituir, armar, organizar y entrenar nuestro “ejército”, que no es más que todo el contingente de gente que saldrá a la calle. Normalmente tratamos de hacer este trabajo con vol- untarios, pero la realidad de Latino América es que el voluntariado, para hacer política, ha ido desapareci- endo. Nuestra gente es extremadamente colaboradora en causas sociales o en situaciones de tragedia, pero en política, no.

Esto nos lleva a en- frentar la realidad de que a la guerra o se va con volun- tarios o se va con mercenarios, pero en ningún caso se va solo. Muchos candidatos se angustian por el costo de contratar personal para hacer este trabajo, pues tienden a verlo caro, pero si miramos con detalle, tal vez esta operación nos costará lo mismo que invertiremos en un gran mitin donde asistirán los electores que ya están con nuestro candidato, que no nos aportará un voto más, pero que produce mucha satisfacción, y es lo que siempre se tiende a hacer.

“La experiencia nos dice que, si bien es importante lo mediático, no hay nada que pueda sustituir al contacto

directo, uno a uno, puerta a puerta, cara a cara.”

Por lo tanto, es importante que la campaña establezca prioridades y asignar quizás el 12 ó 15% del presu- puesto total de la campaña a contacto directo no es descabellado, por el contrario, es sumamente inteli- gente y altamente rentable. Así que lo primero es entrenar a este personal, desar- rollar toda la argumentación racional y, sobre todo la emocional, para que ellos tengan los argumentos y la pericia y fuerza para transmitir el mensaje de la cam- paña y del candidato.

Seguidamente debemos organizar al personal estab- leciéndoles rutas, áreas específicas a ser cubiertas. No sólo se le puede decir a la gente que salgan a tocar puertas, eso es un error, hay que darles las prioridades, las metas específicas y, sobre todo, la argumentación. Durante esta visitas es mucha la información que se puede recabar y si lo hacemos bien podemos armar nuestra propia base de datos. Así, en una próxima vis- ita, este personal podrá entregar cartas absolutamente personalizadas del candidato e, inclusive, más allá del nombre, el apellido y de la dirección, esa carta (muy

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