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que reemplace a la ciencia Por Ricki Chavez-Munoz


No hay creencia


Entramos a diciembre con una ley aprobada en Argentina de prevención contra el juego excesivo para proteger a la niñez de los excesos de este. Es decir, como parte de sendos programas y decretos similares en otros países, y nos preguntamos, hasta cuándo se va a tratar de poner el parche en la herida social sin tratar la causa del mal. Porque el juego excesivo para niños, adolescentes y mayores es, en verdad, un mal.


Sin embargo, hagamos un acápite aquí para ver cómo se origina este mal.


Como se dice, todo empieza “como jugando”, y el azar tiene su inicio en el impulso competitivo del ser humano cuando en la niñez, se dice: “Te apuesto”, para probar una ascendencia de superioridad, usualmente intelectual, contra el otro.


La sencillez de esas dos palabras esconde todo el peligro aritmético aleatorio del simple uno contra uno. Es decir, en verdad, no se sabe si se trata de uno contra uno o de uno contra dos o a más, porque el retador usualmente esconde cierto conocimiento añadido para hacer valer su posición de supremacía, y esto le da una ventaja invisible sobre la apuesta que a la vista parece de iguales valores.


Yendo al siglo 21, los valores del “te apuesto” han avanzado con gran contundencia en la sociedad, y puede afectar a quienes sufren de deficiencias psicológicas para controlar el impulso competitivo en los juegos de azar, al punto de que se haga en exceso y se caiga en la ludopatía.


Llevamos años viendo como sociedades avanzadas desoyen propuestas para instruir sobre los valores aritméticos aleatorios a la sociedad, en vez de buscar poner parches a heridas profundas, y al parecer, no se entiende que la proteccion contra la problemática del juego, que puede devenir en la ludopatía debe iniciarse en la escuela explicando, en la niñez, que una apuesta al cara y sello tiene valores iguales para ambas partes, de 1 x 1, mientras que una apuesta que no presenta los valores a la vista puede esconder valores desiguales, tal como sucede en la lotería, la ruleta, la apuesta deportiva, etc., y que el juego en exceso puede llevar a uno u otro hacia el juego compulsivo, o la ludopatía.


Es cierto que la ludopatía puede empezar como jugando, pero no se puede seguir con la creencia de que una ley o decreto


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puede proteger a la niñez o a la sociedad. La ludopatía tiene sus orígenes en la aritmética, y esta tiene la solución también para proteger a la sociedad, porque los juegos de azar y las apuestas son materias de absoluta seriedad y deben tratarse como tal. Consecuentemente, no se puede seguir tonteando a la sociedad dando braceos de ahogado con parchecitos a heridas profundas.


Lo que decimos arriba es porque fuimos parte del inicio de un programa de juego responsable hacen más de tres décadas atrás, cuando viajamos a Sudáfrica para tratar de revertir la fortuna del grupo de casinos que sufría las consecuencias de irresponsables programas de crédito otorgado a clientes que no solamente lo habían perdido casi todo por el juego excesivo que practicaban y no podían pagar sus deudas al casino, llenando a la empresa de una carga pesada que afectaba directamente el estado financiero de esta.


Hoy en día, los programas de juego responsable, los decretos y leyes contra la ludopatía, y medidas similares ayudan en algo, y si bien los casinos pueden dar soporte a tales medidas con significativos proyectos, no existe programa en sí, que trate el origen del mal que no sea la educación sobre los juegos de azar en la etapa de la niñez. La aritmética es una es ciencia exacta, mientras que la creencia es solo eso, una fantasía.


Juego de Palabras


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