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Crónica de unos días sin Iphone El día a día....


Era miércoles y, desde hace una sema-


na, tenía problemas intermitentes con mi Iphone. Se quedaba sin servicio. Lo apaga- ba. Lo encendía. Metía la clave. Cruzaba los dedos. Y funcionaba. El sábado, harta, lo comenté al conocido tecnológico que to- dos tenemos, mientras nos peleábamos en el campo de golf por lanzar una bola recta, con distancia, contra el frío. Sonriente me dijo: basta con ir a “ajustes…”. Me gusta la tec- nología, pero no tanto, parecía convencido, opté por hacerle caso. Seguí sus instruccio- nes ansiosa. Nada más llegar a casa, y sin quitarme el frío, me metí en “ajustes…” Y no funcionaba.


El día anterior había leído que ya algunas empresas americanas dejaban sin respuesta los teléfonos, blackberrys, e Iphones fuera de las horas de trabajo. En algunos casos, como se hace en vacaciones, con aviso de OUT OFFI- CE.


La noticia me había parecido sensata. Real- mente somos esclavos de un aparatito al que dedi- camos el último segundo por la noche. Peligroso.


Entonces, mientras es-


peraba que sonara el te- léfono fijo que tengo en


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casa, como quien espera la noticia del resul- tado de las elecciones en los colegios, pensé que tenía tiempo. Tiempo de ocio que no me robarían, tiempo que no robaría a mis amigos mientras hacían cosas interesantes; tiempo porque no podría mirar el gran reloj de mi Iphone que me marca el paso diario; tiempo para consultar el correo de forma permanen- te y, a veces, ansiosa; tiempo para consultar las redes. Tenía vacaciones en enero.


Domingo… Un domingo sin Iphone


transcurre con horas de sesenta minutos. Puedes ir al cine sin preocuparte si lo has puesto o no en silencio. Momento siempre de tensión. Puedes dejar el bolso en su sitio, sin tener que volver a pensar en el maldito aparatito.


El lunes ya es otra cosa. Empieza a al- terarte el ver tantas veces SIN SERVICIO donde aparece el logo de la compañía que no se hace


publicidad. Empiezas a


pensar las llamadas que has per- dido, los mensajes que no has leído, los amigos virtuales que no has atendido, y, sobre todo, la acumulación que vas a tener cuando se solucione. Entonces, el amable Servicio al Cliente, ya casi a las diez de la noche, cuando ya te empiezas a tirar de los pelos, te dice que es una partida de tarjetas SIM que ha salido mal, que tienes que du-


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