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Encuestas : Por Salvador Borrego


Por qué fallan las encuestas, y qué hacer al respecto


El trabajo de campo de la encuesta se desarrolló durante los cuatro días previos a la elección. Era la tarde del pasado 3 de julio de 2010 y estábamos siguiendo uno de los procesos electorales de este año en México.


La ventaja estimada que arrojaba la en- cuesta era a favor de mi cliente por 13 puntos porcentuales, y sin embargo fui categórico cuando le dije: Esta elección está en grave riesgo de perderse, sugiero que extremen precauciones en la opera- ción electoral.


Es claro que se sorprendió, cómo era po- sible que con una ventaja tal yo advirtiera sobre una posible derrota. La explicación era relativamente simple aunque inusual: Las estimaciones que nos arrojaba la en- cuesta no eran confiables.


No eran confiables por lo siguiente: La estimación desglosada de la fuerza elec- toral de mi cliente, por día, era como si- gue: El 30 de junio 44.6%, el 1 de julio 34.7%, el 2 de julio 36.2% y el 3 de julio 31.5%. La tendencia entonces era clara- mente a la baja, mientras su contrincante se movía con relativa estabilidad al obte- ner los siguientes valores: El 30 de junio 27.1%, el 1 de julio 31.7%, el 2 de julio 24.8% y el 3 de julio 31.0%.


Como se aprecia en las secuencias de valores anteriores, el día previo a la elec- ción las estimaciones para ambos con- tendientes eran muy similares, pero las tendencias hacían la diferencia y el riesgo grande de perder, como finalmente ocu- rrió al día siguiente.


Es claro que la encuesta falló, como han fallado tantas encuestas desde aquella elección del 2004 en España. La diferen- cia en este caso es que se anticipó el cla- ro riesgo de falla y con toda oportunidad


se advirtió al cliente de ello. Es claro que sería deseable que las en- cuestas no fallaran, pero ese tiempo se acabó. El mundo moderno, con su cre- ciente intercomunicación entre ciuda- danos comunes, hace posible que la Opinión Pública se modifique vertigino- samente. Dejó de ser el “blanco” fijo al que le tiraban las encuestas, para con- vertirse en uno móvil. El reto entonces no es buscar que las encuestas no fallen, sino anticiparnos a sus fallas y tener una idea clara del sentido en que estas fallas amenazan con presentarse. Para lograr lo anterior es necesario es- tudiar la forma en que se desarrollan los procesos, al menos durante el período que cubre el trabajo de campo de la en- cuesta, para lo cual se hace necesario seguir el siguiente procedimiento:


1. Divida a partes iguales el tamaño de la muestra de la encuesta entre el número de días del período del trabajo de campo correspondiente. 2. Para cada uno de los días del trabajo de campo, obtenga una muestra aleato- ria de tamaño resultante en el punto 1 (y por favor ya olvídese de las inútiles mues- tras no-aleatorias). 3. Obtenga las estimaciones de la en- cuesta para cada uno de los días del tra- bajo de campo (por supuesto que va a trabajar más). 4. Observe las tendencias. En este punto es muy importante considerar los crite- rios del Control Estadístico de Calidad. 5. Si las tendencias de sus variables im- portantes son estables, entonces los re- sultados de la encuesta son confiables como en general lo eran antes. 6. Si se aprecian tendencias a la alza o a la baja, y especialmente si al emplear los criterios del Control Estadístico se apre- cian alertas, entonces los resultados de la encuesta no serán confiables.


Después del 2004 en España, el fenóme- no que más ha llamado la atención es el creciente número de empresas encuesta- doras que fallan simultáneamente.


Después de España 2004 fue New Hamp- shire 2008, luego Colombia 2010 y ahora también México 2010. El fenómeno se irá repitiendo cada vez con más frecuencia, inevitablemente. Las fantasiosas explicaciones que se escuchan al respecto son consecuencia de la incomprensión de este nuevo fenó- meno de dinamización de la vida social moderna. Esperamos que esta confusión pronto sea superada, porque esta nueva condi- ción exige cambios en la forma de estu- diar el fenómeno social.


Los analistas políticos, los mercadólo- gos, los economistas, los publicistas que fincan en los resultados de encuestas sus juicios, bien podrían estar haciendo los razonamientos correctos sobre las premisas falsas, generando ideas y re- comendaciones apartadas de la realidad y la sensatez. ¿Le parece que tiene esto alguna relación con los errores cada vez más frecuentes en instancias públicas y privadas?, hay quienes incluso afirman que el mundo moderno vive la Rebelión de los estultos (en México usamos un si- nónimo un poco más preciso).


En fin que el tema es sabroso y da para mucho más, pero por lo pronto así lo de- jamos.


Agosto 2010 / Campaigns&Elections : 11


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