This page contains a Flash digital edition of a book.
gados te ha dado razones de peso para quedarte donde estás y la otra mitad te ha recomendado que te vayas, no has logrado avanzar en tu decisión.


Y aunque no tengas muy claro a quién consultar, se- guramente no acudirías a un curso de formación, ¿ver- dad? Claro, ¿quién estaría en condiciones de enseñarte qué disciplina para ayudar- te? A fin de cuentas, formar es un proceso de capaci- tación, en el que alguien conocedor de una materia o una técnica te la traslada para hacerte más competen- te. Y no parece ser el caso…


Pues por ridículo que parez- ca, ésta es una metedura de pata muy cara e increíble- mente habitual, porque uno de los grandes errores de las empresas consiste en con-


18


tratar formación para paliar o erradicar problemas rela- cionados con la conducta o la motivación de sus cola- boradores; tantas veces he escuchado eso de: “…Iván, lo que necesitamos en esta empresa es que nos deis un curso de motivación…”


Sin palabras. ¡Un curso de motivación! Seguro que lo siguiente que me piden es un curso de felicidad… Bueno, si logro saber cómo se enseña la felicidad seguro que me forro.


Tercer error: Y tampoco es un consultor


Técnicamente, un consultor es un experto en una materia al que pago para que analice y eventualmente solucio- ne un problema, desde sus conocimientos y la expe- riencia acumulados en otras


situaciones anteriores. Por ser más gráficos, cuando se me estropea la lavadora llamo a un especialista para que me la arregle; no me interesa que me forme en reparar lavadoras, ni que me entrene para hacerlo; lo que quiero es que aplique sus conocimientos y su destreza en solucionar mi problema en el menor tiempo y con el menor coste posibles.


Y, continuando con el ejem- plo de la oferta laboral, aunque hubiera consultores especializados en “toma de decisiones relativas al cam- bio de empresas actuales a negocios de amigos dupli- cando salarios”, en realidad no te valdría de nada, por- que no hay consultores ex- pertos en ti, en cómo tomas tú las decisiones y en cómo esas decisiones impactarían en tu propia vida. Por decir- lo de otro modo, si un es- pecialista te aconsejara que dejases tu empresa actual y migrases a la de tu amigo, y en seis meses éste se viera obligado a echar el cierre quedándote tú en la calle, ¿no tendrías toda la razón si buscases por toda la ciudad al experto asesor con un palo en la mano para darle


Page 1  |  Page 2  |  Page 3  |  Page 4  |  Page 5  |  Page 6  |  Page 7  |  Page 8  |  Page 9  |  Page 10  |  Page 11  |  Page 12  |  Page 13  |  Page 14  |  Page 15  |  Page 16  |  Page 17  |  Page 18  |  Page 19  |  Page 20  |  Page 21  |  Page 22  |  Page 23  |  Page 24  |  Page 25  |  Page 26  |  Page 27  |  Page 28  |  Page 29  |  Page 30  |  Page 31  |  Page 32