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duda será realmente hábil en alguna otra actividad distin- ta de la canción, se convirtió en la excusa perfecta para presentarme y comenzar una conversación ligera pero agradable, de esas que a veces se convierten en el germen de una colaboración o, quién sabe, de una amis- tad.


Lo curioso es que, al decir que soy coach profesional, mi interlocutor, un tipo sim- pático –y algo achispado por el alcohol-, exclamó:


- “¡Anda, igual que yo!”


- “Vaya, el mundo es un pañuelo”, le contesté.


No es que conozca diez coaches cada día, pero tampoco es inusual coincidir con alguien que ha decidido dedicarse a esta profesión. Divertido por lo casual del encuentro, pasé –como buen coach- a la fase de indaga- ción:


- “Oye, y ¿dónde te has formado?”


La respuesta me dejó per- plejo:


le han pillado metiendo la mano en la caja de las ga- lletas. Que si su experiencia profesional, que si la gente siempre ha acudido a él en busca de consejo, que si el sentido común… ¡Y va el tío y pone en su tarjeta que es coach empresarial!


Es indudable que esta perso- na, paradigma de una espe- cie que podríamos denomi- nar “coach vocationalis non titulatus” puede hablar de muchas cosas, de música,


¿Pero qué es el coaching? ¿Para qué sirve? ¿Y para qué no está recomendado?


Desde hace algunos años, momento en que comencé mi particular andadura en esta bendita profesión, mu- chas personas me han hecho esas mismas preguntas al terminar cada taller o al ha- blar de nuestras respectivas ocupaciones. A mis compa- ñeros y colegas les sucede lo mismo, y supongo que la confusión es el resultado de


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- “Ah, ¿pero es que hay que formarse?


Supongo que la cara que se me quedó resultó suficiente- mente expresiva, porque el personaje comenzó a justifi- carse y a dar explicaciones no solicitadas, como el que tiene que disculparse porque


de risas, de inversiones y a lo mejor de física cuántica, pero de coaching no tiene ni idea. Y lo peor de todo es que seguro que hay alguien, bien intencionado pero mal aconsejado, que coloca su sensibilidad o la de alguien querido en manos de alguien así.


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