A partir de aquí, dragones
en el brazo de los Zetas en Guatemala, lo que le había proporcionado una situación privile- giada entre la clase política y militar del país, como consecuencia de pagos y sobornos a aquellos que les daban cobertura, para mo- ver el dinero proveniente de la droga.
Años más tarde, decidió expandir
sus horizontes
trasladándose a Mazate- nango, capital del depar- tamento
de Suchitepé-
quez y se hizo una casa que sobresalía sobre las demás a pie de playa en Chiquistepeque.
-¿Doscientos cincuenta mil euros? -Sí –contestó Parra lacónicamente. -Es mucha plata.
-Sí. Por eso es un buen negocio. El güey tie- ne pinta de que va a responder.
Esa cantidad era el presupuesto municipal de veinte años en Chiquistepeque, pensó el Indio. -Está bien, Parra, pero te hago responsable con tu vida de su devolución. El enlace te la pondrá en Madrid en dos se- manas. El Indio tenía la responsabili- dad de blanquear todo el dinero que el cartel de los Zetas pro- ducía en Guatemala. El territo- rio era casi virgen y solo debía tener
cuidado con pequeñas bandas locales, que se mante- nían a base de asaltar turistas en las carreteras de acceso al
lago de Atitlán por la vía sur. - OK Indio. Espero instrucciones.
Parra colgó el teléfono con la sensación de quien se está jugando el pellejo por algo que no es suyo.
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