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char a la banda tocar, pudo verla en su imaginación con- forme el caballero de la ven- tana la retrataba con palabras muy descriptivas.


Pasaron los días y las sema- nas.


Una mañana, la enfermera de día entró para reponer las botellas de agua y se encontró el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había falle- cido tranquilamente mientras dormía. Sintió gran tristeza mientras llamaba al personal encargado de sacar el cuerpo de la habitación.


Tan pronto como le pareció oportuno, el otro hombre pre- guntó si podían trasladarle a la cama cercana a la ventana. La enfermera estaba contenta por poder hacer ese cambio y después de asegurarse de que estaba cómodo, salió y le dejó solo.


Lentamente, trabajosamente, se incorporó un poco apoyán- dose en un codo para echar


su primer vistazo al mundo exterior. Finalmente tendría la felicidad de verlo con sus propios ojos. Se esforzó aún un poco más para poder ver a través de la ventana el mundo fuera de su habitación. Lo que vio fue una pared en blan- co. El hombre preguntó a la enfermera que podría haber inducido a su fallecido compa- ñero de habitación a describir aquellas maravillosas historias al otro lado de la ventana. La enfermera le respondió que el fallecido era ciego y que no podía, ni siquiera, ver la pared. Le dijo que tal vez sólo quería darle ánimo.


Existe una felicidad enorme en hacer felices a los demás, independientemente de tu propia situación. La pena compartida pesa la mitad, pero la felicidad cuando se comparte vale el doble.”


Te invito a que no dejes pasar la oportunidad de reflexionar


durante un momento en el significado que tenga para ti este relato. Y cuando lo hayas descubierto te invito a que hagas, inmediatamente, una acción. Cualquiera que esté relacionada con ese significa- do.


Finalmente, te invito a que conviertas este comporta- miento en un hábito nuevo, de manera que no te acuestes cada noche sin haber entre- gado felicidad al menos a una persona. Y un poco antes de quedarte dormido recrea ese momento del día en el que regalaste felicidad y observa cómo te sientes.


“No pierdas la oportunidad de hacer feliz a alguien… porque, además, ¡mira que es barato!” – Jaime Bacás, coach ejecutivo


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