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condicionados. Carlos empezaba a asentir casi impercepti- blemente agachando la mirada hasta que en un momento le cambia su expresión facial, y su brillo me dice que ha encontrado un con- traargumento. - Y qué pasa si te secuestra un terrorista po- niéndote una pistola en la cabeza al tiempo que te dice que te metas en un coche. ¿Tam- bién entonces eres libre para hacer lo que quieras? - Por supuesto. Puedes obedecer metiéndote en el coche o puedes negarte aunque el ries- go que asumes es muy alto. Que te peguen un tiro en la cabeza y te maten. Pero de hecho la historia nos habla de per- sonajes que no se doblegaron a las armas de sus enemigos y terminaron perdiendo la vida. Libremente eligieron. La diferencia que existe entre si hago las co- sas desde la sensación de obligatoriedad, o si las hago desde la sensación de libertad, aun- que sepa que ésta está condicionada, es im-


de concentración Nazi durante la segunda guerra mundial. Viktor relata como cada no- che oía levantarse a alguno de sus compañe- ros de sufrimiento del camastro de su pabe- llón para posteriormente dirigirse al exterior y suicidarse contra las alambradas al ser ametrallados por los guardias. Él estuvo a punto de hacerlo en varias ocasiones aunque finalmente decidió libremente, que paradoja, libremente……., vivir. Al menos él tomaba la decisión de no morir voluntariamente para así, algún día, poder contar a la humanidad lo que allí había pa- sado.


portante. Es la emocionalidad desde la que voy a actuar. Todos actuaremos con un mejor ánimo si al hacer las cosas pensamos (y sa- bemos) que es una decisión libre. Lo contra- rio será echarle la culpa al mundo de lo que me pasa.


Si no me siento parte de la decisión, tampoco podré ser parte de la solución. Recuerdo cuando leí el libro “El Hombre en busca de Sentido” de Viktor Frankl. El libro cuenta las vicisitudes de un psiquiatra aus- tríaco de origen judío recluido en un campo


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¿Puede alguien sentirse libre en esas circuns- tancias? Él sí podía. - Ciertamente me hacen pensar estas reflexio- nes pero es un poco jodido aceptar que todo lo que hacemos, lo hacemos porque quere- mos. Reflexionaba Carlos. -Sí. A mí también me dio un poco de vértigo cuando llegué a esta conclusión. A partir de ese momento ya no pude esconderme detrás de ninguna excusa. Quiero ir cerrando nuestra primera sesión no sin antes preguntarte ¿qué te llevas de nues- tro primer encuentro? - Pues en primer lugar me he enterado de lo que es Coaching. Ahora veo que no tenía el concepto muy claro. Me llevo la estructura del proceso. Ahora sé lo que va a pasar y también me llevo un cierto peso con la últi- ma reflexión que hemos hecho. Voy a pensar en ello. -Algunas de las reflexiones que hagamos no te dejarán indiferente y probablemente te ha- rán sentir incómodo. De esto va el Coaching, de que salgas del “piloto automático” - Para continuar con el proceso te voy a pedir tres cosas - Tú dirás - Primero quiero que me hagas una lista de las personas que van a responder a un fee-


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